sábado, 11 de junio de 2011

"Vigilad para que vuestros corazones no se obzequen por el vicio"

¿En qué se ha convertido el mundo?. La civilización ha cambiado, supuestamente ha evolucionado hacia una era tecnológica más útil y práctica. Los entendidos lo llaman avance, llamadme perhistórico, pero prefiero lo de antes.

Las nuevas tecnologías se van apoderando poco a poco de la inteligencia humana, no somos independientes, no tomamos decisiones plenamente voluntarias ni conscientes, nos hemos convertido en robots. Hemos diseñado un atractivo modo de vida que se se aleja mucho de la belleza y pasión que el hombre era capaz de mostrar. Lo que sirve es lo que vale, dan igual los medios que utilicemos para un fin, lo importante es que las cosas cumplan su función. ¡Qué nos está pasando! ¿por qué perdemos ese romanticismo tan perfecto de la espera? ¿acaso el hombre está creado con el fin de terminar lo que ha empezado? ¿no debe quedar huella del alma humano?.

En una red social no vas a perseguir a tu próximo contertuliano, vas a comenzar una conversación absolutamente vanal e inecesaria con una persona que no quieres ver ni en pintura, por el simple hecho de que "está ahí". Ya que está le saludo...¡NO! ¡hipócrita! qué dirían de nosotros los antiguos, los poetas, los músicos, los literatos, las personas que nos otrogan la distancia perfecta entre dueño y esclavo. Si estuviera en mis manos, arrasaría con todas aquellas pequeñas cosas que hacen del ser humano un torpe e insignificante mosquito.

Hubo tiempos mejores, en que cuando un hombre amaba a una mujer ponía tanto empeño, luchaba con tanto fervor como la relación merecía. Hemos caído en la tentación del utilitarismo fanático. Dónde quedan las cartas tardías, la dulce poesía del joven enamorado, la romántica incertidumbre de conocer el paradero y la situación de la amada. Nunca se pudo pensar que todos los dones maravillosos que poseía el hombre pudieran sucumbir a su propia creación.

Solo pueden considerarse hombres los que atienden a su naturaleza y desdén por las maravillas del mundo, que son incontables. Nada nos frena a unos pocos a devolver ese romanticismo eterno y ancestral a nuestro hogar, solo nos lo ponen difícil.

Amad, compañeros, amad con todas vuestras fuerzas, porque el ser humano es único y su belleza no tiene límite.

Fdo: Ricardo Corazón de León