domingo, 23 de octubre de 2011

El cuerpo sin el alma no es nada


Las recientes muertes de dos pilotos, de distintos ámbitos del motor han conmocionado al mundo entero. El primero, el británico Dan Wheldon; el segundo y más conocido, el italiano Marcos Simoncelli, piloto de MotoGP, en el circuito de Sepang, Malasia. Sólo es cuestión de hablar de medidas de seguridad?, en principio sí, pero quiero ir más lejos. Sólo hay que ver las imágenes de ambos accidentes para darse cuenta de que sin Dios, poca cosa somos.


Dan Wheldon, piloto de las Indy Car Series perdió la vida el pasado 17 de octubre en la carrera celebrada en Las Vegas, tras un aparatoso accidente en el que se vieron envueltos un gran número de coches. Las imágenes hablan por sí solas. Wheldon había intentado, sin éxito,  entrar en la F1 pero hubo un piloto por aquellos años que le eclipsó: Jenson Button. Desde que llegara a finales de los años 90 a los EEUU, Wheldon se hizo rápido con el acento “yankee”, adaptándose rápidamente a las competiciones automovilísticas llevadas a cabo en ese país. Dan Wheldon había ganado por segunda vez las 500 millas de Indianápolis este año 2011 y  estaba en un momento brillante de su carrera profesional. Tenía 33 años cuando murió.

Marcos Simoncelli, piloto de MotoGP, estaba disputando el GP de Malasia, donde se había proclamado campeón tres años antes de 250cc cuando perdió inesperadamente el control de su moto cayendo al asfalto y siendo arrollado por Colin Edwards y Valentino Rossi. Era un piloto extravagante y tuvo durante corta pero intensa carrera motociclística, seguidores pero también muchos retractores debido a su arriesgada manera de pilotar. Tenía 24 años cuando murió hoy  23 de Octubre de 2011.
 

Creo que a veces no nos damos cuenta realmente de que todo se puede acabar en un momento, por una simple causa. Todos tenemos un día y una hora para morir, nada puede cambiar el destino, por eso, si Wheldon o Simoncelli murieron fue porque era su momento, aunque suene fuerte decir esto.

Hoy en día, en el que el éxito profesional, la fama, el dinero nos “llenan” o eso es lo que creemos, obviamos el simple hecho de que si estamos con vida es por y para algo. Aunque uno no sea católico o ni si quiera cristiano, se podría poner a pensar sobre que hay más allá de la vida. La plenitud no se alcanza en este mundo, de hecho, la vida es como pasar una “mala noche en una mala posada”. “Polvo somos y en polvo nos convertiremos”, frase que se adecua perfectamente a lo que hacemos referencia en esta entrada. 

Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue”- Platón.

Fdo: Don Juan de Austria

martes, 18 de octubre de 2011

"Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo"

Indignados, indignados y más indignados, volved a las cloacas de donde procedéis y dejad que hablen los adultos, por favor. Son apestados del mundo, no quieren cambiar las cosas, saben que no van a cambiar nada, solo odian, prejuzgan, calumnian y vomitan tales barbaridades que al mismo Atila darían arcadas. Son la sombra de un sistema educativo, que con tanto ímpetu ha colmado sus cerebros de ignorancia, ficción y falsas promesas. Son la generación olvidada, la transición al fracaso. La teoría política que pregonan solo podría acabar en desastre. ¿Cómo puede acabar bien una "democracia" dirigida por unos tipos que no se duchan, fuman porros, odian toda clase que no sea la obrera y pretenden la implantación del marxismo? lo suponía...

He visto un video del 15M en Sol y me han llamado mucho la atención unos cuantos lemas en las pancartas, enseño unas cuantas para que no me tachen de manipulador y generalizador, cosas del estilo de "La dictadura de los mercados" o "privatizaciones no, España no es un zoo", "hartos sin pan", "nacerá nuestro hijo con el puño cerrado" (insisto, no quiero generalizar) "recortar a banqueros y al clero". No es por nada, pero los indignados son gente a la que se le ha ido la olla, he llegado a la conclusión de que un buen día se reunieron todos los dementes, enfermos y retrasados de Madrid y quedaron en Sol el 15 de mayo, seguramente fue un botellón que se les fue de las manos. Quiero comentar uno por uno las pancartas que he citado antes: la primera ya nos conduce a valorar su arte demagógico, ya que, como hizo Hitler, busca un chivo expiatorio al que dar caña, porque los tópicos serán tópicos por algo. La segunda es puro marxismo o, más encaminado a la práctica, es la perfecta definición de la Rusia de Lenin, Trotski y Stalin, tres magníficos políticos, muy humanos, que condujeron a Rusia a una democracia sólida con un extendísimo abanico de libertades y derechos. Al que ha escrito la tercera le digo: "¡empieza por trabajar, mamón!". La cuarta es tan fácil que no tengo que decir nada, todos conocemos el por qué. La quinta se lleva la palma, es evidente la malicia del clero que, al igual que los banqueros, están forrados de dinero y manipulan el de los demás, roban, reciben inmensas cantidades del Estado y tienen unas rentas exorbitadas. Esta última es tremenda.

Pero no me he molestado en escribir de ellos para decir lo que ya sabéis, solo recuerdo lo que son, de dónde proceden y cómo acabarán. He escrito para cerrar el tema, sobretodo en este blog, porque no merecen noticias, no merecen atención, no merecen ni un empleo. Cómo no van a quejarse si se ha cerrado el riego de la teta del Estado, si ya no pueden vivir de holgazanear y retozar por los parques de esta condenada ciudad, con sus litronas, rastas, piercings, porros y bongos (que no falten). Ahora van a tener que trabajar, con el sudor de su frente, ganarse la vida haciendo algo más que protestar.


Solo son pobres niños malcriados y el Estado, el padre que ha decidido salir a comprar tabaco.

Fdo: Ricardo Corazón de León

jueves, 13 de octubre de 2011

" Las prostitutas y los publicanos os precederán en el Reino de los cielos"

El Papa Benedicto XVI realizó un viaje a su Alemania natal hace unos días -viaje exitoso por cierto- en el que dijo, como nos tiene acostumbrados, muchas cosas interesantes. Pero de todas ellas me llamó mucho la atención una comparación que hizo durante su visita en Friburgo, utilizando la frase del Evangelio "las prostitutas y los publicanos os precederán en el Reino de los cielos".  Adaptándola a nuestro tiempo -decía el Papa- sería: Los agnósticos que no encuentran la paz por la cuestión de Dios; los que sufren a causa de sus pecados y tienen deseo de un corazón puro, están más cerca del Reino de Dios que los fieles rutinarios.
Es una crítica que nos afecta a muchísimos católicos, al fiel rutinario, el cual vive una fe comformista, sin ambiciones, estancada, estéril podríamos decir; sin vida. Una fe de mínimos que se basa en el cumplir una serie de pautas: ir a Misa el domingo, intentar ser bueno y no hacer determinadas cosas que la Iglesia dice que son pecado. Dios ocupa en mi vida el tiempo justo y necesario, un poco el domingo y si eso en mi tiempo libre.

El fiel rutinario. Decía Chesterton que el mediocre es aquel que se encuentra delante de lo sublime sin darse cuenta. Así somos los cristianos mediocres, rutinarios. Viviendo nuestra fe al mínimo esfuerzo y entendiendo y reduciendo la religión católica a una serie de normas. En ocasiones -y es muy habitual- ni siquiera entendiéndola como una serie de normas sino como un conjunto de prohibiciones. Vivir así la fe es una porquería, seguir a Jesucristo es mucho más que eso, es mucho más que el no poder hacer una cosa u otra porque sea pecado.

Dios es amor, y la vida ascética de un cristiano es corresponder a ese amor que Dios nos tiene. Hacer las cosas porque estás enamorado de Jesucristo y "quieres" hacerlas, no porque "tengas" que hacerlas. Por tanto ir a Misa, confesarte, tratar bien a los demás o hacer oración pasan de ser deberes a ser deseos. Deseos de crecer más, deseos de amar más, a Dios y a los demás.

Así la fe pasa de ser algo seco y deprimente a ser apasionante e ilusionante, pasa a llenar tu vida como tu jamás habrías pensado, te transforma. Te sabes amado por Dios e intentas -con tus limitaciones- corresponder a ese amor. Optemos por esta vía, despojémonos de la mediocridad, del acomodamiento y lancémonos a la aventura de ser verdaderos cristianos.


Fdo: Fernando III el Santo