El Papa Benedicto XVI realizó un viaje a su Alemania natal hace unos días -viaje exitoso por cierto- en el que dijo, como nos tiene acostumbrados, muchas cosas interesantes. Pero de todas ellas me llamó mucho la atención una comparación que hizo durante su visita en Friburgo, utilizando la frase del Evangelio "las prostitutas y los publicanos os precederán en el Reino de los cielos". Adaptándola a nuestro tiempo -decía el Papa- sería: Los agnósticos que no encuentran la paz por la cuestión de Dios; los que sufren a causa de sus pecados y tienen deseo de un corazón puro, están más cerca del Reino de Dios que los fieles rutinarios.
Es una crítica que nos afecta a muchísimos católicos, al fiel rutinario, el cual vive una fe comformista, sin ambiciones, estancada, estéril podríamos decir; sin vida. Una fe de mínimos que se basa en el cumplir una serie de pautas: ir a Misa el domingo, intentar ser bueno y no hacer determinadas cosas que la Iglesia dice que son pecado. Dios ocupa en mi vida el tiempo justo y necesario, un poco el domingo y si eso en mi tiempo libre.
El fiel rutinario. Decía Chesterton que el mediocre es aquel que se encuentra delante de lo sublime sin darse cuenta. Así somos los cristianos mediocres, rutinarios. Viviendo nuestra fe al mínimo esfuerzo y entendiendo y reduciendo la religión católica a una serie de normas. En ocasiones -y es muy habitual- ni siquiera entendiéndola como una serie de normas sino como un conjunto de prohibiciones. Vivir así la fe es una porquería, seguir a Jesucristo es mucho más que eso, es mucho más que el no poder hacer una cosa u otra porque sea pecado.
Dios es amor, y la vida ascética de un cristiano es corresponder a ese amor que Dios nos tiene. Hacer las cosas porque estás enamorado de Jesucristo y "quieres" hacerlas, no porque "tengas" que hacerlas. Por tanto ir a Misa, confesarte, tratar bien a los demás o hacer oración pasan de ser deberes a ser deseos. Deseos de crecer más, deseos de amar más, a Dios y a los demás.
Así la fe pasa de ser algo seco y deprimente a ser apasionante e ilusionante, pasa a llenar tu vida como tu jamás habrías pensado, te transforma. Te sabes amado por Dios e intentas -con tus limitaciones- corresponder a ese amor. Optemos por esta vía, despojémonos de la mediocridad, del acomodamiento y lancémonos a la aventura de ser verdaderos cristianos.
Fdo: Fernando III el Santo
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ResponderEliminarespectacular entrada.. ami me hace mejor persona leer esto seguro!
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