La juventud que nos robaron

     Estas pobres líneas tratan expresar la rabia que siento por el empeño que durante los últimos años han puesto las más oxidadas castas políticas para acabar con uno de los dones más bellos que Dios ha podido conceder al hombre: su juventud.

     Tras años de esfuerzo lo han conseguido. Hoy en día apenas se conservan los ideales y la fuerza que antes movían a un joven. Que ha sido de ese espíritu de lucha, de ese afán por la aventura, de esa juventud soñadora para la que no había más techo que el cielo, del sacrificio junto a tus camaradas entregando la vida en alguna alta empresa sin pestañear, de ilusiones por un mañana mejor, que ha sido en definitiva de aquel Eugenio y su tan ansiada muerte de voluntad bajo el sol o las estrellas en plena libertad de la que nos hablaba Rafael García Serrano.

     Todo eso ha sido enterrado por una sociedad vieja y oxidada, que tras mucho esfuerzo ha logrado dormir a la juventud y enterrarla en sus miserias haciéndola esclava de sus apetencias, empobreciendo sus corazones, haciendo que sus ilusiones de futuro, no sean más que la lista estándar de una ruín sociedad materialista dónde se picotea del suculento festín, que con mimo preparan a sus jóvenes víctimas haciendo que se asemejen cada vez más a un grotesco gato gordo, en vez de al joven y fuerte león que tanto temen.

     Ya no hay mares que dominar, imperios que conquistar, cumbres que alcanzar, batallas por las que merezca la pena luchar, y apenas dejan amores por los que se puedan esforzar.

     Pero pobres ellos, si creen que podrán atar eternamente a la juventud, pues luchar contra un corazón joven es luchar contra la naturaleza en todo su esplendor y furia. Y llegará el día en que sean incapaces de contenerlos y latiran al unísono haciendo correr sangre renovada por el cuerpo de toda una generación que les hará pagar su crímen. Y, entonces tal vez, ellos recuperarán la juventud que nos robaron.


    Fdo: Charette.